Hace un año que a finales de su mes de Abril, comencé a escribir en este blog personal.
Aunque todos lo son, éste no es para divulgar mi quehacer profesional, sino para escribir de aquello que me motiva y que no tiene por qué ser profesional, aunque la frontera entre ello y lo personal, sea tan difícil de establecer, porque tengo la suerte de dedicarme profesionalmente, a temas que me motivan desde lo más personal e íntimo.
Ya hemos traspasado, y subrayo "hemos" porque sin vosotros, lectores, esto no tendría sentido...la frontera de las 7.300 visitas. A mi que siempre me gustó escribir, esto se me antoja una grata sorpresa y un lujo.
Hace pocos días en twiter, volví a oir hablar de Somaly Mam y me acordé de aquel bendito día, en que puse en mi agenda, ir a escucharla en vivo, tras recibir su Premio Principe de Asturias.
Hoy les traigo el escrito que me salió del alma, tras ese evento, en el que me pude acercar a saludarla y estrechar su mano.
Comienza así:
No trato de hacer una pequeña biografía de esta gran mujer, ya que si buscan por ejemplo en Google, encontrarán muchísima información sobre ella. Pero sí comentarles lo expresado por ella de viva voz, y que no se relata en las fuentes que he consultado, así como dar testimonio de lo vivido en la entrega de ese premio.
Con su cálida voz, nos ha emocionado a todos. Somaly Mam, menuda, elegante, bella, relataba parte de sus experiencias, como el hecho de que lo peor de lo que le tocó vivir, no fueron las palizas, ni que la vendieran como un objeto de comercio sexual, ni las violaciones, todo ello desde su infancia; nos comentaba con fortaleza y valentía, que lo peor fue que te hagan sentir que tu tienes algo de culpa en lo que te está ocurriendo, que no te mereces nada, sentirse “sucia” y sin libertad ni futuro.
Eso fue lo que le llevó a no plantearse durante algún tiempo, huir del burdel que la había comprado: ¿quién la iba a creer?...¿quién la iba algún día a QUERER?
Hasta que un día de tantos casi iguales, su mejor amiga y compañera de penalidades, fue asesinada.
Entonces, todos escuchamos en inglés, lo que ella se repetía a sí misma: “I can”…”I can” (yo puedo…yo puedo…) Y huyó.
Conoció a un hombre como lo define ella, de “buen corazón”, que la ayudó mucho, a pesar de que se sentía que ya había muerto por dentro expresba. Vió dos opciones, una, lo expresaba así de claro: suicidarse, y la otra, ayudar a las chicas que estaban en la situación que ella había vivido. 7.000 mujeres hasta el momento, han tenido la suerte de que optara por la segunda opción. Algunas de estas niñas, tienen 7 años…hasta 3 años comentaba que tiene, una pequeña a la que están ahora salvaguardando.
Cada año, son objeto de tráfico sexual en esa zona que se pueda constatar –Laos, Camboya, Tailandia y Vietnam- una cifra equivalente a todos los niños que hay en Andalucía-España.
Así que ya viviendo en París, volvió a Camboya con 25 años a trabajar para ayudar a salir de esos burdeles en los que ella había sido obligada a sobrevivir; solo cuatro años antes, había conseguido escapar de ellos.
Esta mujer que cuando le comunicaron que le habían adjudicado el Premio Príncipe de Asturias (1998), con tan solo 29 años, pensó que era un error, que se preguntaba qué había hecho para merecer ese reconocimiento, nos contaba esta mañana que cuando terminó su discurso en Asturias (tiene una calle en Oviedo con su nombre), sorprendida, experimentó como la gente se le acercaba, la abrazaba, le acariciaba el pelo…y empezó a llorar... comentaba que estuvo cuatro días llorando sin poder o querer parar de hacerlo, y que solo entonces empezó a ser consciente del valor de lo que había conseguido: darle sentido a su vida.
Tras ese premio, otros países le ofrecieron su ayuda y hoy día, la Asociación que fundó–AFESIP- tiene representación en muchos países , aunque esté implantada con más fuerza en los países en los que el turismo sexual, sigue siendo una gran fuente de ingresos para el país, por lo que los dirigentes, siguen sin adoptar medidas de real eficacia para atajarlo. De hecho, no ha dejado nunca de recibir amenazas y coacciones por su labor.
Este escrito será solo una pequeña nota que contiene una gran admiración, respeto y agradecimiento por una lucha personal por construir una sociedad mejor. Un claro ejemplo de aquel refrán “Obras son amores…y no, buenas razones”.
Se fue feliz, pletórica, sin parar de dar las gracias con esa graciosa reverencia con la cabeza y sonriendo, con su cheque para poder seguir ayudando a más mujeres, en vez de retirarse a saborear y descansar por lo mucho ya conseguido, a disfrutar de su marido, de sus tres hijos –que bien merecido que lo tendría- y diciendo en castellano, “muchas gracias”.
Gracias a ti, Somaly, por hacernos reflexionar acerca del valor de las acciones individuales, en cualquier situación, aún en medio de las más terribles.
Les dejo el video de una parte de la entrevista que le hizo Ana Pastor en este pasado mes de Marzo en el III Encuentro de Mujeres que Transforman el Mundo en Segovia-España.
Una vez más, gracias por animarme a compartir vivencias e inquietudes.
Cristina Ordóñez
Abril 2013
